Bea Sánchez

Unidades de medida

No tendrás ropa: me recibirás en carne viva
y yo diré
-¡Vengo a crearte de nuevo erratas fuera!
Mi afán es ingerirte hasta que te rindas,
mi feminidad será desagradable en tanto que desistas.
Voy a acotar tu cuerpo con la unidad de medida que son mis pechos
y a la mañana serás más fuerte que la estructura Eiffel.

Tu amor es una cocina

Tu amor es una cocina con cebolla para llorar,
frutas para alimentarse
y días light.
Tienes miel de caña y leche sin fermentar.
Tienes agua, tienes vino, tienes pan.
Tienes hielos derretidos, botellas de gas,
pequeños armarios -todos sin cerrar-
eres una copa derramada al suelo
la alfombra mojada
mis pies pequeños.

Vienes regalando un capital
tu amor es cebolla para llorar.

A lo no dedicado

A las tardes entreabiertas,
a la música en directo,
a la inversión de la esquina para oler a ti.
Al esfuerzo tan enorme del piano,
a la centrípeta fuerza que nos hace acariciarnos,
a los momentos de carne,
a la pareja de dos,
a la primera de cambio,
a los rincones últimos de la habitación.
A la sartén de patatas,
a la mudanza de pena por cosquillas,
al interés por ponerle rima,
al provecho, a la constancia,
al rotar para ponerse encima.
Al elenco de mimos que te doy
a lo no dedicado,
lo normal, lo real,
lo inexplotado.
A lo virgen, lo veraz, lo deseado,
a tu cabeza, a tu voz

a tus manos.

#1

Gente es lo que queda cuando tú te vas.

Abierta como una sandía

Está su vida abierta, como una sandía.
Rellena de crema y en flor como un almendro
con una edad de bollería recién hecha
y las piernas tibias hasta la rodilla.
Sólo parece carne cuando está vestida
y se queda quieta de agua de pecera.
Mineralísima y con vitaminas
es una hélice de triunfo
con el vientre tierno lleno de ranas.
Le fríe el sol como un pescaito
sus extremidades pares
y ese cuerpo duro,
cogollo y leche,
ese cuerpo de buhardilla iluminada.

Está brotada… corazón de manzana.

Por dentro

He visto tu boca, por dentro,
y estaban de pie todos tus dientes.
Te he visto la saliva embalsada
moviéndote la lengua por corriente.
He visto el color rosa humedecido,
la carne hecha oratoria,
el canal anatómico de tus palabras.
He visto tu boca, por dentro,
y era magra, templada, mía.

Hay corazones

Hay corazones higiénicos,
corazones impolutos
que no necesitan ni peinarse.
Hay corazones que son grandes
sin necesidad de aderezo
y que lo son en todas las religiones.

#2

Vienes a luchar debajo de mi falda
y tu imaginación no me inventa ni las bragas.
A cualquier cosa llaman Reino,
a cualquier noble nombran caballero.
Pero vos, capitán de tormentas y tifones,
huracán redirigido hacia mis trópicos,
vos supisteis hornearme un castillo
y meter con una mano todos los muebles.
Vos conocéis mi alcázar y mis pozos,
los jardines que hacen palacio de un pedregal;
vos conocéis mi llano y mis gemelos montes,
los depósitos del agua más fluvial.
Vos me amáis debajo de la falta
y en cada costura, me pedís amarme más.

#3

Te quiero como si fueras a morirte.

Con el perdón absoluto que ganan los moribundos,
con el deseo de prolongarte vivo que tienen los que acompañan.

Te quiero como si quererte impidiera tu muerte.

Así te quiero.

#4

No tengo nada que perder
No tengo nada que perder
No tengo nada que perder

Y sin embargo, qué miedo.

Palomita

Ella era el emblema del esnobismo intelectual,
Palomita negra multi cerebral.
Cachete en rama, pecho de agua,
nadie apostaba por verla levantar.
Ed allora el ruido, ed allora el baile
quién no oiría decir: esto podía pasar.
Las manitas cuencas, las ingles mimosas
la mirada yerta tras el temporal.

Ed allora el eco, ed allora el reto,
Oliverio tiene que deliberar.
Y si se hace tarde y no viene nadie,
Palomita vuelve sola al cantizal.
Y se canta el día, se lo teje entero,
se hace disfraces para pasear,
se sirve en el plato, un trozo de mundo
sin postre, sin besos, sin nada de sal.

La inmarcesible

Estoy descalza del todo.
Descalzos los muslos, descalzos los hombros,
descalza la cabeza,
la piel descalza.
Las manos me van de un extremo a otro del universo
y permito que todos
mueran.
Tengo otro Mozart, otro Freud, otro Piaget
que son míos propios y me están
bien empleados.
Ni frío, ni calor, ni un cuarteto de elementos naturales.
Ni dolor, ni placer, ni auto-, ni intra-.
Soy la inmarcesible.

Soy la inmarcesible.

Han venido todos

La demolición de un edificio con un niño dentro.
Y la gente haciendo largas colas en zig-zag,
preparando el zoom de las cámaras.

Han venido todos a verlo, la señora que se tiñe el bigote,
el técnico en prevención de riesgos laborales,
el perito y su perrito,
y aquél chico con purpurina en la barba.

Va a estar muy bien, seguro que es un espectáculo. 

#5

Volverás a mí como a la fuente,
cárnico y voraz como eres siempre,
a quitarme la ropa que me pones,
a robarme los besos que me das.

Volverás a mí cual jardinero
a sembrarme flores pequeñas.
Yo seré la tierra húmeda de lluvia
y hundirás en mí jacintos y violetas.

Volverás a mí como a la fuente
y te esperarán los pájaros de antaño
las grietas con agua
y el viento terral.

#6

A veces mi corazón se levanta con una sensación de deuda. Me parece haber olvidado alguno de tus cumpleaños, un santo, una fecha roja del calendario.

El amor intenso te hace sentir deudor.

Y eso también explica muchas oraciones religiosas.

#7

A veces querrás que me vaya
pero no sabré hacerlo.
Será inevitable luego, querrás que vuelva,
pero no sabré hacerlo
sin nunca haberme ido.

#8

Mi amor es una coctelera funcionando con luz solar en el Caribe.